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Carta circular a los Amigos de la Cruz


En efecto, la perfección cristiana consiste:
1 - en aspirar a la santidad: el que quiera venirse conmigo,
2 - en dominarse: que se niegue a sí mismo,
3 - en padecer: que cargue con su cruz cada día,
4 - en comprometerse con Jesucristo: y me siga.
(Carta a los Amigos de la Cruz,13)

Con su cruz. ¡Sí, con su propia cruz! No con la del vecino.
Que ese hombre, esa mujer excepcional –que toda la tierra
no alcanza a pagar (Ver Prov 31,10)– tome con alegría,
abrace con entusiasmo y lleve en sus hombros con valentía
su propia cruz y no la de los demás:
la cruz, que mi sabiduría le fabricó con número, peso y medida (Ver Sab 11,20);
la cruz,  cuyas dimensiones -espesor, longitud, anchura
y profundidad-  (Ver Ef 3,18) tracé con mi propia mano
con perfección extraordinaria;
la cruz, que le he labrado con un trozo de la que llevé
al Calvario, como fruto del amor infinito que le tengo;
la cruz, que es el mejor regalo que puedo hacer a mis
elegidos en este mundo;
la cruz, constituida en cuanto a su espesor, por la pérdida
de sus bienes, las humillaciones, menosprecios, dolores,
enfermedades y penalidades espirituales, que -por
permiso mío- les sobrevendrán día tras día hasta la muerte;
la cruz, constituida en cuanto a su longitud, por una
serie de meses o días en que se verán abrumados de
calumnias, postrados en un lecho, reducidos a
mendicidad, víctimas de tentaciones, abandonos y
otras congojas interiores;
la cruz, conformada en cuanto a su anchura, por el trato
más duro y amargo de parte de sus amigos, servidores o familiares;
la cruz, conformada, por último, en cuanto a su
profundidad, por las penas más ocultas con que les
atormentaré, sin que logren hallar consuelo en las
creaturas, las cuales, por orden mía, les volverán la
espalda y se unirán a mí para hacerles sufrir.
(Carta a los Amigos de la Cruz, 18)

¡Que cargue con su cruz! Que no la lleve arrastrando, ni
la rechace, ni la recorte, ni la esconda. En otras palabras:
que la lleve en alto, sin impaciencia, sin quejas ni críticas
voluntarias, sin medias tintas ni componendas, sin
avergonzarse ni ceder al respeto humano.
Que la estampe sobre su frente, diciendo con san Pablo:
Dios me libre de gloriarme más que en la cruz de nuestro Señor
Jesucristo (Gál 6,14), mi Maestro.
Que la lleve a cuestas, a ejemplo de Jesucristo, para que
sea el arma de sus conquistas y el cetro de su imperio (Ver Is 9,6.7).
Por último, que la enarbole en su corazón por amor, para
que se convierta en zarza encendida que arda sin consumirse
noche y día en el amor puro
de Dios (Ver Ex 3,2).
(Carta a los Amigos de la Cruz,19)

Carta a los amigos de la Cruz
    

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