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Tratado de la verdadera devoción a la Santísima Virgen



Les ruego, pues, con insistencia y por el amor que les
profeso en Jesús y María, que no se contenten con rezar la
Coronilla de la Santísima Virgen. Recen también el rosario,
y, si tienen tiempo, los quince misterios todos los días. A la
hora de la muerte bendecirán el día y la hora en que
aceptaron mi consejo. Y después de haber sembrado en las
bendiciones de Jesús y de María, cosecharán las bendiciones
eternas: A siembra generosa, cosecha generosa (2Cor 9,6).
(VD, 254)

1. Humíllate profundamente delante de Dios.
2. Renuncia a tus malas inclinaciones y a tus
disposiciones, por buenas que te las haga ver el amor propio.
3. Renueva tu consagración, diciendo: “Soy todo tuyo,
¡oh María!, y cuanto tengo es tuyo”
4. Suplica a esta bondadosa Madre que te preste su
corazón para recibir en él a su Hijo con sus propias
disposiciones. Hazle notar cuánto importa a la gloria de su
Hijo que no entre en un corazón tan manchado e
inconstante como el tuyo, que no dejaría de menoscabar
su gloria y hasta llegaría a apartarse de El. Pero que, si Ella
quiere venir a morar en ti para recibir a su Hijo, puede
hacerlo, por el dominio que tiene sobre los corazones,
y que su Hijo será bien recibido por Ella, sin mancha ni
peligro de que sea rechazado: Teniendo a Dios en medio, no vacila.
(VD, 266)

¡GLORIA A MARÍA EN JESÚS!


Tratado de la verdadera devoción a la Santísima virgen




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